El círculo perfecto es el título de esta muestra que reúne una colección de obras cuyo denominador común es la composición circular, muy utilizada en mis trabajos a lo largo de mi trayectoria artística.
Es un homenaje a la más elemental y primigenia de las formas. La figura cerrada del círculo representa la perfección, la homogeneidad, lo cerrado, lo infranqueable y la protección, constituye la expresión más universal del ser único. Los círculos evocan eternidad, plenitud, comunidad y unidad. Es quizás la más simple de las figuras que observó el ser humano en los albores de su existencia, a través del astro rey y de la luna, e hipnotizó a toda una generación de jóvenes artistas durante la revolución rusa como Alexander Rodchenko que, inspirado en otro fan de los círculos, Malevich, pintó una serie de obras basadas en esta figura geométrica perfecta. Es una de las formas más analizadas en geometría, su perfección y sencillez hicieron de ella un símbolo representativo de la divinidad, del infinito, de lo íntimo. Características que han determinado que haya sido uno de los esquemas compositivos más empleados y recurrentes en el mundo del Arte.
Estas composiciones geométricas, sin ninguna referencia figurativa, realizadas a base de círculos de colores diversos, centrados armoniosamente en el espacio, a veces aparecen como círculo-unidad en un sólo formato y en otras ocasiones dos o más círculos que se tocan y se superponen unos sobre otros, formando tangentes o secantes (véase como novedad los cuatro círculos intersectados formando una composición en forma de flor).
En relación a la técnica continúo haciendo uso del papel rasgado, proceso creativo de construcción de la obra que vengo empleando desde hace bastante tiempo. Construyo la superficie sobre la tela tensada en bastidor de madera, desde abajo hacia arriba, mediante la superposición de tiras de papel, previamente rasgadas, que son pegadas ordenadamente de forma paralela hasta completar la composición. El resultado es una obra de vibrante textura visual que cambia, a ojos del observador, según varíe la incidencia de luz cenital sobre la superficie del cuadro.
En relación a lo conceptual estos trabajos mantienen la misma línea; se alejan de cualquier interés por imitar la naturaleza y adquieren leyes internas propias que los hacen autónomos y defienden su valor por sí mismos, no por referencia a ideas u objetos preconcebidos.
Fernando Daza
